viernes, 17 de mayo de 2013

Pegaso

El viento leve movía con cierto ritmo los verdes brotes de los árboles, creando una pequeña melodía solo audible para el oído de las ninfas. La hierba fresca se inclinaba hacia atrás como si un peine invisible la acariciara y el aire, con su transparencia ignorada, lo envolvía todo con calidez.
Los suaves y cansados pasos de aquel animal de ensueño, de aquel corcel alado, eran insonoros sobre aquella hierba esponjosa que se iba moteando con gotitas de rocío carmesí. Mantenía las alas pegadas a ambos lados del lomo, como si nunca antes se hubieran desplegado, y en sus ojos grandes y oscuros permanecía un brillo demasiado humano. 
Con la cabeza gacha doblaba sus esbeltas patas con esfuerzo desganado e iba acercándose a un manantial que parecía haber visitado antes. Bebió agua mientras sus crines se mojaban y cuando terminó se tumbó en la hierba. El animal miraba con ojos de mujer dolida los gruesos hilillos de sangre que bajaban por su costado. El tiempo se hacía pesado. . .De repente una flecha surca el cielo y un relincho asustado le sigue.
La figura esbelta del cazador completó aquella idílica imagen. Sin embargo, la ambición y la excitación que reinaban en los ojos de aquel muchacho maduro contrastaban con la pureza de aquel blanco pegaso que, a pesar del miedo, ya no hacía ningún esfuerzo por huir y asegurar su vida.
No podía creerlo, aquel trofeo mítico iba a ser suyo, aquella sangre cubriría
la de la amada perdida, así se lo había dicho el Destino.
Su pies ansiosos deformaban la tierra que pisaban y agarrando con más fuerza de lo necesario el arco lo tensó. Fuego y anhelo en su semblante y expresión concentrada en sus labios apretados.
El pegaso decidió mirar al que sería su verdugo, con alguna clase de vana esperanza. Relinchó de nuevo, pero más débilmente que antes, agitando la cabeza suavemente. Pero otra flecha voló alcanzando su diana.
La calidez del aire se enfrió cuando el último músculo de este animal quedó inerte.
El cazador llamó al Hado, exigió su presencia. ''Devuélvemela'' dijo, y ''aquí la tienes'' afirmó el Destino señalando al animal muerto mientras sus crines se hacían cabellos y su lomo pecho, mientras las alas desaparecían y en su lugar aparecían delicadas extremidades.
-Mortal, tú la mataste, tú la perdiste. . .Tú hiciste el camino.


Esta es una pequeña historia de tema mítico dedicada a un amigo que me la pidió. No es gran cosa, lo sé, pero espero que te guste.



viernes, 26 de abril de 2013

El sol que me supo a gris

Mi boca ha sido invadida por ese sabor metálico que tiene la sangre. Puedo mover los dedos, y de hecho los muevo frenéticamente mientras araño la tierra que se me incrusta en las uñas y que yace bajo mi espalda. Cada vez respiro más rápido, el aire se me escapa sin remedio y mis ojos secos de repente se han humedecido. Mi corazón palpita tan fuerte como aquellos tambores que me gustaba oír en los desfiles. La ropa que aun me cubre huele a muerte, a suciedad, a estúpida valentía. Estoy solo, y por primera vez el sol no me parece alentador. Sé que solo me queda esperar y repasar mentalmente y despacio cada uno de los motivos por los que me encuentro así, moribundo y deshecho.
Cierro los ojos y vuelvo a abrirlos, y ya no estoy aquí, estoy corriendo con algo entre los brazos, pero. . .no consigo recordar que era exactamente, algo de vital importancia sin duda. Ah, y había tres hombres que también corrían, aunque no conmigo.
Me caí, aquello que tenía entre los brazos se quejó un instante, me levanté con la mayor prisa posible. Mis pies ya iban a ponerse en marcha de nuevo cuando pasó algo que me heló la sangre. Algo de punta redondeada me presionó la espalda y mis pupilas se ensancharon imperceptiblemente. Abracé aquello que lloriqueaba en mi regazo y luego lo solté en el suelo, lejos de mi.
Lo último que escuché fueron risas, risas que estoy seguro no eran de alegría, y luego un sonido sordo que provocó el vuelo improvisado de varias aves que hasta entonces habían sido testigos silenciosos de mi carrera.
Caí de bruces contra el suelo, ya no oía nada, la vista se me nublaba, se me despedazaba el alma. No sé por qué me invadió el deseo de darme la vuelta, de mirar el cielo. Y eso hice, acabando con las pocas fuerzas que me quedaban.
Es todo lo que mi mente consigue reproducir. Ahora miro el cielo y pienso en ese Dios en el que creo incondicionalmente, del que estoy seguro no será mi salvador.
Me pregunto si estoy siendo egoísta, y es que cuando pienso en que todo ha acabado para mi no puedo evitar sentirme feliz.
Perdonadme, os dejo una guerra que concluir, un mundo gris.

domingo, 21 de abril de 2013

Ermitaño

Los ojos son el espejo del alma, pero los tuyos son negros como el carbón, opacos.
De fruncir tanto el ceño se te ha quedado una expresión amargada. Miras con recelo y sin sentimiento a todo aquel que pasa por tu lado, desprendiendo escarcha por tus poros, alejando al que se atrevió a acercarse. Pareces un espectro, casi te mueves etéreo, con la cabeza alta a pesar de no tener nada por lo que sentirte orgulloso. Tu voz es oscura, es aullido en la noche, tu voz es atrayente miel amarga, placer que daña.
Eres un revoltijo de telas y colores apagados donde el blanco níveo de tu piel resalta tristemente. ¿Quién te robó el corazón? ¿Quién te destrozó el alma? Nunca lo sabré, pues tus finos labios, capaces de herir sin puñal, temen como el cordero teme al lobo pronunciar su nombre.
La vida ya no es lugar para ti, eres casi un ermitaño (me extraña que no lo seas ya por completo), pero en el fondo odias que nadie te alcance, que todos huyan despavoridos, que se den por vencidos tan pronto. Te mueres por calor humano, tu lengua viperina ansía entrelazarse con otra, tu manos necesitan aprender de nuevo a tocar . . .

Yo te he observado desde la lejanía (tal y como tú lo haces), y he podido ver a través de esa máscara de hierro que es tu piel.
He visto además que me miras, deja que yo te mire a ti.

domingo, 14 de abril de 2013

Ventana

No te miraré a los ojos, no rozaré tu mano, no palparé tus labios y tampoco te pediré que me sigas. Estoy vacía. Los días de sol ya no me calientan, el frío ya no enrojece mi nariz, el olor a té ya no me excita, tu pasión no es amor. No lo es, no, y me ahoga. Estás sellado en mi recuerdo, tu voz se cuece en mi cabeza a fuego lento y mi sangre está llena de la tuya. Noches, solo noches...No me importó ser tu pañuelo de lágrimas y sí, fui egoísta, porque en el fondo esperaba convertirme en todo aquello que ella fue para ti. ¡Qué tonta fui! No supe leer tus pupilas, no supe ver que estabas roto y que aunque pasara el tiempo eso nunca iba a cambiar. Sé que, sin embargo, no quieres que me vaya, sé que soy el clavo ardiendo al que te agarras como si la vida se te fuera en ello. Vives consumido por un pasado que nunca se irá, para ti solo soy una ventanita en la que se refleja el presente. No te engaño, no quiero que un ''adiós'' que no salió de mis labios me condene y es que hablar contigo es como escuchar el lamento camuflado de Eco. Pérdóname, perdóname por no haber visto que tu dolor me arrastraría con él, perdóname por cerrar la ventanita. Me voy, me marcho ahora y tú...bueno, tú ya te fuiste hace mucho tiempo.


martes, 9 de abril de 2013

Escribir

A ella le gusta observar a la gente que va de aquí para allá, analizar su ropa, sus gestos, sus ojos. . .e imaginar su historia. Era capaz de leer las letras de la piel, de traducir el sonido de una risa y de codificar el de un llanto. Era divertido.
-Miras con demasiada intensidad a la gente.
-No miro.
-Ya, observas. . .
-Exacto.
-Con demasiado interés de todos modos.
-Es así como debe hacerse.
A ella le gusta escribir con la tinta de la curiosidad.

domingo, 7 de abril de 2013

Cuento de realidad

Sé que me tachan de arrogante cuando afirmo que nuestro amor es el más grande. . .Ellos piensan que me equivoco, sé que tú también. Que sé que no crees en películas y sin embargo me haces sentir que estoy en una. Últimamente vivo entre hojas de papel y me exprimo el cerebro intentado averiguar cómo expresar todo lo que desatas en mi. . .sin éxito. Tú y yo no somos como todo el mundo, tú y yo desafiamos al amor moderno y luchamos en nombre del de los cuentos. . .y ni siquiera te lo imaginas. . .Eres demasiado lógico para darte cuenta y yo demasiado fría para decírtelo, ¿qué más da? Tus besos dulces curan los surcos salados de mis lágrimas aunque sea diabética. Tú, tú, siempre tú. . .he caído en la trampa de todos los locos, yo, por tu culpa. . .Tú y yo nunca opinamos igual, pero tú y yo tenemos en común algo que muchos creen extinto. No te voy a decir que es, no. Tú ya lo sabes.


domingo, 31 de marzo de 2013

Vestido de seda

-Si te atreves...acércate un poco más. Piérdete conmigo.
Resonaba en su cabeza, la frase resonaba en su cabeza al mismo tiempo que la lluvia caía y las gotas hacían carreras en su ventana...Pero esa lluvia la complacía, porque transportaba los rayos de luna.
Perderse, sí, perderse para encontrarse. Entonces decidió que dejaría que las mariposas que habitaban en todo su cuerpo la impulsaran. Abrió la ventana y saltó, y sus pies se ensuciaron de barro, y su vestido de seda se pegó a su cuerpo...Tomó su mano, memorizó sus ojos, se atrevió a acercarse...y supo que ya se había perdido y que de pronto se había encontrado.


jueves, 28 de marzo de 2013

Mala suerte

Te escondes en cada rayo de sol y no te importa que tu melena cobriza brille, sin embargo, no quieres que nadie la mire. ¿Qué haces aquí? ¿Qué haces en un mundo construido con mentiras cuando tú no sabes mentir? Sé que intentas superar el miedo que te reconcome las entrañas y no puedes. Suerte que eres de otra época y estás hecha a prueba de desengaños, suerte que tus lágrimas se hayan secado y no llamen la atención, suerte que tu sonrisa se graduara en arte dramático...Suerte que tus cicatrizes hagan tu alma más hermosa...Mala suerte que nadie pueda verlo.


lunes, 25 de marzo de 2013

Ojos de guerrero

Ahora que eres hombre te das cuenta de tu error.
Tus ojos, tan brillantes como el acero de tu espada sin desenvainar, se incendiaron con los cuentos de la atractiva y manipuladora señorita Guerra. Su perfume a victoria y gloria te nublaron los sentidos y corriste a atraparla. La saboreaste con tus manos, creíste tenerla en tu poder, ser más fuerte que ella, pero la señorita Guerra es astuta y de un golpe certero te arrancó tu juventud. Ella, experta en cantos de sirenas, te prometió el Olimpo y en cambio, obtuviste el Infierno del que hablan los cristianos. Y ahora, siendo hombre, todo te sabe a insípida derrota. Ahora que eres hombre entiendes que ningún triunfo fue verdadero. Y ahora, tus ojos observan el mundo habiendo adquirido el color mate de la sangre seca que mancha tu espada.


domingo, 24 de marzo de 2013

Primavera

A ella le gustaba tumbarse bajo el sol, y no era pequeña su furia el día que el cielo se nublaba o el viento hacía desaparecer la calidez del astro rey. Se tumbaba en la tierra fresca que ensuciaba su piel delicadamente y arrugaba la hierba húmeda con sus manos. Cerraba los ojos durante un momento y respiraba profundamente, dejando que el aire primaveral inundara sus pulmones...Pero los abría rápidamente. Tenía miedo, miedo de que el recuerdo del azul del cielo se borrara de sus ojos y estos se volvieran grises, miedo de que el sol dejara de brillar y sus cabellos áureos se tornaran del color de la avellana...Por eso hundía los dedos en el fango, porque tenía la esperanza de retrasar la llegada del invierno, que congelaba todo a su paso.



domingo, 17 de marzo de 2013

La mejor historia que escribí

La mejor historia que escribí puedes encontrarla en las sábanas, donde quedaron manchas de la tinta de nuestros besos, y marcas de los acentos de nuestros abrazos. En las sábanas, donde se subordinan nuestras caricias, donde nuestros murmullos se convierten en jeroglíficos, donde el recuerdo de nuestro calor es eterno. De mil y una noches son las historias que pueden leerse, mil y un secretos disfrazados de lujuria los que susurran y tan solo dos manos entrelazadas. En las sábanas blancas, ahora de mil colores por culpa de las letras que pintabas en mi espalda.
La mejor historia que escribí porque hiciste de su borrador mi cuerpo.

sábado, 16 de marzo de 2013

Carta desde el Nilo

Cuando los hombres eran esclavos y las mujeres no eran personas...cuando amar estaba prohibido. 

Mi sacerdote de Anubis:

Tengo la certeza de que mi cuerpo no me pertenece, y comienzo a pensar que mi pensamiento tampoco. Ya no soy capaz de soportar sus manos en mi cuerpo, frías, rudas, cadentes. Ya no basta con imaginar estar lejos de él.
Ayer mismo me descubrí derramando una lágrima, una sola, pero lágrima al fin y al cabo. Temo que mi fortaleza no sea la misma, que tu adorado tacto me haya hecho más blanda. Mi sacerdote de Anubis, te sueño y te extraño, te creo una bendición y al mismo tiempo la peor de las maldiciones. Te has convertido en mi dios y sé, sin embargo, que tú me veneras de igual forma. Me has hecho cuestionar la razón de los hombres, y ahora veo que los que dicen estar más cuerdos son en realidad los más dementes, que los más poderosos son los más crueles y que los puros de corazón son los más desgraciados. Ahora que veo el mundo como realmente es, lejos de los lujos del palacio del faraón, solo quiero escapar. Y ya no soporto su falso amor, ahora que moriría por ti.
Yo, una simple concubina de la falsa deidad a la que sigue ciegamente el pueblo de Egipto, te entrego mi corazón, si es que aun lo conservo mío.

Anck-su-namun.




Hijo de Afrodita

Te escribo a ti, Amor, que pareces olvidado en la actualidad, o confundido, o ignorado. ¿Qué te ha pasado? Yo te lo diré: los tiempos han cambiado, y tú te has quedado anticuado, sumergido en esas historias de amor verdadero donde tu fuerza era incontrolable y donde te hacías memorable. Ahora que te has perdido, ahora que esas historias se esconden y nunca se encuentran, te escribo a ti, Amor, para recordarte nuestra eternidad, aunque yo tenga fecha de caducidad. Porque tú eres conocedor de mis secretos, a mi pesar, sabes de lo que soy capaz y de lo que no... Te temo Amor, porque me tienes a tus pies mientras celebro tu adoración por mi. Tú tiñes mis labios de un rojo que la sangre envidia y me proporcionas una esencia que las flores no pueden producir.
Nunca te olvido Amor, yo te veo escondido en las esquinas, colándote en cada beso, deslizándote entre los dedos de los enamorados, generando fuego en las miradas... Ahora sé Amor, hijo de Afrodita, que siempre estás presente.




Presentación

Vivo en la Tierra, y en estos tiempos que corren paso totalmente desapercibida.