domingo, 31 de marzo de 2013

Vestido de seda

-Si te atreves...acércate un poco más. Piérdete conmigo.
Resonaba en su cabeza, la frase resonaba en su cabeza al mismo tiempo que la lluvia caía y las gotas hacían carreras en su ventana...Pero esa lluvia la complacía, porque transportaba los rayos de luna.
Perderse, sí, perderse para encontrarse. Entonces decidió que dejaría que las mariposas que habitaban en todo su cuerpo la impulsaran. Abrió la ventana y saltó, y sus pies se ensuciaron de barro, y su vestido de seda se pegó a su cuerpo...Tomó su mano, memorizó sus ojos, se atrevió a acercarse...y supo que ya se había perdido y que de pronto se había encontrado.


jueves, 28 de marzo de 2013

Mala suerte

Te escondes en cada rayo de sol y no te importa que tu melena cobriza brille, sin embargo, no quieres que nadie la mire. ¿Qué haces aquí? ¿Qué haces en un mundo construido con mentiras cuando tú no sabes mentir? Sé que intentas superar el miedo que te reconcome las entrañas y no puedes. Suerte que eres de otra época y estás hecha a prueba de desengaños, suerte que tus lágrimas se hayan secado y no llamen la atención, suerte que tu sonrisa se graduara en arte dramático...Suerte que tus cicatrizes hagan tu alma más hermosa...Mala suerte que nadie pueda verlo.


lunes, 25 de marzo de 2013

Ojos de guerrero

Ahora que eres hombre te das cuenta de tu error.
Tus ojos, tan brillantes como el acero de tu espada sin desenvainar, se incendiaron con los cuentos de la atractiva y manipuladora señorita Guerra. Su perfume a victoria y gloria te nublaron los sentidos y corriste a atraparla. La saboreaste con tus manos, creíste tenerla en tu poder, ser más fuerte que ella, pero la señorita Guerra es astuta y de un golpe certero te arrancó tu juventud. Ella, experta en cantos de sirenas, te prometió el Olimpo y en cambio, obtuviste el Infierno del que hablan los cristianos. Y ahora, siendo hombre, todo te sabe a insípida derrota. Ahora que eres hombre entiendes que ningún triunfo fue verdadero. Y ahora, tus ojos observan el mundo habiendo adquirido el color mate de la sangre seca que mancha tu espada.


domingo, 24 de marzo de 2013

Primavera

A ella le gustaba tumbarse bajo el sol, y no era pequeña su furia el día que el cielo se nublaba o el viento hacía desaparecer la calidez del astro rey. Se tumbaba en la tierra fresca que ensuciaba su piel delicadamente y arrugaba la hierba húmeda con sus manos. Cerraba los ojos durante un momento y respiraba profundamente, dejando que el aire primaveral inundara sus pulmones...Pero los abría rápidamente. Tenía miedo, miedo de que el recuerdo del azul del cielo se borrara de sus ojos y estos se volvieran grises, miedo de que el sol dejara de brillar y sus cabellos áureos se tornaran del color de la avellana...Por eso hundía los dedos en el fango, porque tenía la esperanza de retrasar la llegada del invierno, que congelaba todo a su paso.



domingo, 17 de marzo de 2013

La mejor historia que escribí

La mejor historia que escribí puedes encontrarla en las sábanas, donde quedaron manchas de la tinta de nuestros besos, y marcas de los acentos de nuestros abrazos. En las sábanas, donde se subordinan nuestras caricias, donde nuestros murmullos se convierten en jeroglíficos, donde el recuerdo de nuestro calor es eterno. De mil y una noches son las historias que pueden leerse, mil y un secretos disfrazados de lujuria los que susurran y tan solo dos manos entrelazadas. En las sábanas blancas, ahora de mil colores por culpa de las letras que pintabas en mi espalda.
La mejor historia que escribí porque hiciste de su borrador mi cuerpo.

sábado, 16 de marzo de 2013

Carta desde el Nilo

Cuando los hombres eran esclavos y las mujeres no eran personas...cuando amar estaba prohibido. 

Mi sacerdote de Anubis:

Tengo la certeza de que mi cuerpo no me pertenece, y comienzo a pensar que mi pensamiento tampoco. Ya no soy capaz de soportar sus manos en mi cuerpo, frías, rudas, cadentes. Ya no basta con imaginar estar lejos de él.
Ayer mismo me descubrí derramando una lágrima, una sola, pero lágrima al fin y al cabo. Temo que mi fortaleza no sea la misma, que tu adorado tacto me haya hecho más blanda. Mi sacerdote de Anubis, te sueño y te extraño, te creo una bendición y al mismo tiempo la peor de las maldiciones. Te has convertido en mi dios y sé, sin embargo, que tú me veneras de igual forma. Me has hecho cuestionar la razón de los hombres, y ahora veo que los que dicen estar más cuerdos son en realidad los más dementes, que los más poderosos son los más crueles y que los puros de corazón son los más desgraciados. Ahora que veo el mundo como realmente es, lejos de los lujos del palacio del faraón, solo quiero escapar. Y ya no soporto su falso amor, ahora que moriría por ti.
Yo, una simple concubina de la falsa deidad a la que sigue ciegamente el pueblo de Egipto, te entrego mi corazón, si es que aun lo conservo mío.

Anck-su-namun.




Hijo de Afrodita

Te escribo a ti, Amor, que pareces olvidado en la actualidad, o confundido, o ignorado. ¿Qué te ha pasado? Yo te lo diré: los tiempos han cambiado, y tú te has quedado anticuado, sumergido en esas historias de amor verdadero donde tu fuerza era incontrolable y donde te hacías memorable. Ahora que te has perdido, ahora que esas historias se esconden y nunca se encuentran, te escribo a ti, Amor, para recordarte nuestra eternidad, aunque yo tenga fecha de caducidad. Porque tú eres conocedor de mis secretos, a mi pesar, sabes de lo que soy capaz y de lo que no... Te temo Amor, porque me tienes a tus pies mientras celebro tu adoración por mi. Tú tiñes mis labios de un rojo que la sangre envidia y me proporcionas una esencia que las flores no pueden producir.
Nunca te olvido Amor, yo te veo escondido en las esquinas, colándote en cada beso, deslizándote entre los dedos de los enamorados, generando fuego en las miradas... Ahora sé Amor, hijo de Afrodita, que siempre estás presente.




Presentación

Vivo en la Tierra, y en estos tiempos que corren paso totalmente desapercibida.